Desde el Foro Ecologista de Paraná reclamaron que se tomen medidas en función de avanzar hacia un cambio en el modelo agrícola por el uso de herbicidas, luego de conocido el estudio de un grupo de investigadores del Conicet -dirigidos por el biólogo Damián Marino- que reveló la presencia de glifosato en la cuenca del río Paraná, en tanto que registró “altos niveles” del mismo herbicida en los sedimentos acumulados en la desembocadura de 23 arroyos y cursos que tributan sus aguas desde el río Pilcomayo hasta el Luján.

Fuente: Diario UNO
“No hay buenas prácticas posibles, por más que tires bien o mal según el viento, la temperatura y la humedad, un veneno a tanta distancia de un poblado”, razonó el reconocido ambientalista paranaense Daniel Verzeñassi.

La investigación vino a confirmar que los herbicidas dejaron de estar en el campo para movilizarse hacia distintas zonas. Así lo explicó Verzeñassi: “El escurrimiento de superficie por las lluvias, por la permeabilidad de suelos y eventualmente la aparición de una vertiente que desemboca en los ríos, las lagunas o los arroyos, el veneno no es reductible, no es metabolizable. Se encuentra glifosato en los bordes costeros”. Aseveró que este estudio contraría lo anunciado por la empresa Monsato hace 35 años, cuando afirmaba que el glifosato era un “veneno” biodegradable, a la vez que recordó un fallo judicial contra la multinacional por difundir esa propiedad del herbicida y que no cumplía con los valores de sus productos. “Hay tantas cosas que se saben y que se siguen haciendo, sobre todo por el lobby sobre las decisiones políticas y desoyendo el dolor de la sociedad”, lamentó en conversación con UNO.

Transformación de saberes

En la opinión de los especialistas la forma de combatir este flagelo admite varias alternativas. La más eficiente sería desterrar el actual modelo intensivo de producción, pero para Verzeñassi es algo imposible de imaginar. “Tendría que haber una sociedad que, advertida por todos estos estudios, reclame por que lo hagan. Como esto demandaría un tiempo, no se puede pasar de un modelo a otro y se necesitaría un proceso de transformación, primero de saberes: los ingenieros agrónomos en la Facultad de Oro Verde no tienen incorporada en su currícula las nuevas prácticas agrícolas. Entonces habría que reeducar a muchos de los que se están recibiendo”, sentenció.

Otras de las consecuencias que traería la contaminación, registrada en diferentes valores a lo largo de la cuenca del Paraná, sería en el agua destinada a la potabilización. “Estamos subiendo agua con veneno que no se elimina. Hay posibilidades de aminorar los riesgos por exposición por el agua haciendo lo que hacen otros países que cometieron los mismos errores. Custodian el agua como un bien sagrado, un bien propio de la vida que no debe ponerse en riesgo y hacen mediciones de las llegadas de las fuentes de contaminación a las tomas de agua”, mencionó.

Son 19 países los que eliminaron el uso de transgénicos resistentes a los químicos, en una cruzada que tuvo su origen en la Unión Europea. Por ello, el docente insistió que la investigación de Damián Marino y su equipo debe servir para tomar medidas y distancias a las tomas de agua, practicar monitoreos permanentes “evitando la turbulencias de barros en las proximidades de esas distancias que deberán ser establecidas. Y hacer controles permanentes del agua que se está tomando antes de potabilizarla, y aún así después de potabilizarla”.

Al advertir acerca de la gravedad de este problema, Verzeñassi trazó un escenario no tan promisorio. “Puede haber algún enmascaramiento de algún tipo de veneno, que pueda pasar como desapercibido. Tenemos que evitar que se esté bombeando juntos el agua, el glifosato y otros venenos”, reveló.

El trabajo realizado entre 2011 y 2012 por el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA) advirtió que la contaminación por esta práctica agrícola comprometió a todo el Paraná Medio y Paraná Inferior. En la recolección de datos también colaboró la Prefectura Naval Argentina aportando un buque y la logística, una ayuda que permitió concretar testeos en 23 puntos específicos de la cuenca del río Paraná. “Pero se compromete -el curso de agua- aún más por toda la química proveniente del cordón industrial”, especificó Verzeñassi.

Funcionario dijo que “no es alarmante”

El subsecretario de Gestión Ambiental de Santa Fe, Edgardo Seguro, afirmó que se contactará con los investigadores del Conicet que demostraron la presencia de glifosato en la cuenca del Paraná para obtener “precisiones” sobre las muestras estudiadas y aseguró que los valores “no son alarmantes”.

“Debo aclarar que el único conocimiento que tengo del tema es lo que se publicó en la prensa, por lo que vamos a tomar contacto con la gente del Conicet para que nos brinde precisiones sobre cómo y dónde fueron tomados los muestreos”, señaló. Según estudios recopilados por la Organización Mundial de la Salud, el glifosato tiene una alta probabilidad de generar cuatro tipos de cáncer: hepático, páncreas, riñón y linfoma. Además, un informe elaborado por Greenpeace Argentina explica acerca de su impacto negativo en la salud.